SEGUNDO SELLO
Dr. Samuel Pérez Millos
Ap.6:3-4
“Y cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente,
que decía: Ven y mira” (v.3) En el texto griego dice: “¡Ven!”.
Una acción reiterada que comenzó con la apertura del primer
sello, sigue con el segundo. El mismo que abrió el primero es también quien
abre el segundo. El Cordero que fue inmolado y que es digno sigue en el proceso
de apertura de los sellos, dando paso con ello a la ejecución progresiva de lo
que Dios había determinado para el futuro de la historia humana.
“Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue
dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se
le dio una gran espada” (v.4)
El color de este nuevo caballo es rojo, bermejo, color de
sangre. Este color representa la sangre vertida, por tanto, es símbolo de
guerra que conduce a la muerte de muchos. El jinete que montaba este segundo
caballo bermejo le fue dado el poder para quitar la paz. La idea que se expresa
es la capacidad para retirar la paz del mundo. Es la consecuencia natural de la
acción de Dios sobre la falsa propuesta de paz con que el Anticristo convencerá
a muchos en la tierra. Esa oferta de paz atraerá al pueblo de Israel apóstata
que, incrédulos a la realidad de la primera venida de Cristo, siguen esperando
el libertador que les de lo que ellos esperaban recibir del Mesías.
Cuando Jesús vino, a pesar de las señales que hizo delante de
ellos que lo acreditaban como el enviado de Dios, el Cristo prometido, no fue
recibido como tal, sino despreciado y entregado a muerte, en una manifestación
de incredulidad consciente y voluntaria que condujo a una acción judicial de
Dios sobre ellos dejándolos en tinieblas espirituales para que no creyesen
(Jn.12: 37-41) En su aparición el falso Cristo les prometerá las tres cosas que
ellos esperan del Mesías: reino en sentido de territorio seguro, paz y
protección para el ejercicio de su
religión. Tales incrédulos aceptarán al Anticristo como el Mesías esperado y
firmarán con él un pacto de paz (Dn.9:27)
Las naciones del mundo comenzarán a pensar en una paz estable
y duradera que siempre anhelaron pero que nunca alcanzaron por buscarla por sí
mismos y no en el único que puede darla que es Dios. Lejos de Dios sólo hay
inquietud, de modo que cuando ellos afirmen y proclamen la paz, Dios permitirá
el espectro de la guerra cayendo sobre todos, destrucción repentina (1Ts.5:2-3)
Los judíos incrédulos habrán firmado un pacto no con el Mesías, sino con la
muerte como expresó antes el profeta (Is.28:15) En aquel tiempo muchos habrán aceptado al
Anticristo como el gobernante que proveerá de paz, pero el Señor hizo una
advertencia solemne sobre la paz cuando dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy;
yo no os la doy como el mundo la da” (Jn.14:27), indicando con ello que el
mundo nunca podrá proveer de paz duradera. La paz ficticia que ofrece Satanás
no puede mantenerse.
Dios permitirá entonces la acción del jinete que quietará la
paz del mundo, induciendo a la guerra. Esa revelación dada a Juan coincide
plenamente con la segunda señal que Cristo dio en su sermón profético: “Y
oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que nos os turbéis, porque es
necesario que todo esto acontezca; apero aún no es el fin. Porque se levantará
nación contra nación y reino contra reino” (Mt.24:6-7) La finalidad de la
acción del jinete es que, en la tierra, se matasen unos a otros. El verbo que
Juan utiliza es muy enfático y alcanza incluso el sentido de degollar, esto es
una referencia a la intensidad de muerte que se producirá en la tierra en forma
violenta, asesinándose unos a otros
Esta manifestación de conflictos y muerte se ha producido
continuamente a lo largo del tiempo en la historia humana. Las guerras y
rumores de guerras, la violencia desatada, la falta de afectos entrañables, es
la consecuencia natural de una humanidad que no tiene en cuenta a Dios. No cabe
duda que la Biblia anuncia un incremento de esta situación a lo largo del
tiempo (2Tm.3:1-5) Sin embargo, el creyente no debe estar viendo los conflictos
actuales como si se tratase de esta señal previa a la segunda venida de Cristo.
Es cierto que el incremento de la inestabilidad mundial entre las naciones, de
las guerras que se extienden por todo le mundo, de la violencia de unos contra
otros, advierte del tiempo en que esta situación alcanzará cotas elevadas, pero
no se producirá sino hasta el comienzo de la última semana de años profetizada
por Daniel, que se iniciará con la firma de un pacto entre el Anticristo e
Israel (1Ts.9:27)
A los cristianos no se nos manda esperar señales, sino
esperar al Señor (1Ts.1:9-10; 1Ped.1:13) En la búsqueda de señales, en lo que
algunos están empeñados, los errores se producen continuamente y la decepción
se hace notoria, por lo tanto, la profecía está dada para que el cristiano
tenga una panorámica de lo que Dios hará en el tiempo futuro cuando llegue el
momento determinado por Él. Mientras tanto la ocupación del creyente es llevar
fruto para la gloria de Dios (Jn.15:8)
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