MUJER EN LA IGLESIA

Juan Bta. García Serna

Al considerar este tema del papel de la mujer en la iglesia local, es un tema con matices polémicos y consecuentemente se debe considerar las sensibilidades bíblicas de los demás, ya que unos y otros defienden su postura acogiéndose al texto bíblico. Y mientras unos vetarían cualquier participación de la mujer en el culto público, otros a su vez abogarían por una total participación, e inclusive pastoral. Creemos que, si la mujer está capacitada para la enseñanza o la predicación, algo que Dios le haya otorgado, según dones conferidos a los creyentes, debe ejercerlo en la congregación, ya que según la enseñanza de Pablo “cada uno” participa en el culto público de la manera que Dios le haya dado el don o dones (1Cor.14:26) Entendemos que la mujer, al igual que el hombre, participa en el culto público de la oración y la enseñanza (1Cor.11:4-5)

Cuando Pablo dice: “ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer” (Gál.3:28) está apuntando hacia la igualdad en la salvación, pero también lleva la connotación del uso de los dones otorgados por Dios, algo que debe plasmarse en la actividad de ministerio de la mujer, dentro y fuera de la congregación, siempre y cuando la hermana no incurra en contradicción en lo que respecta a su función aprobada por Dios en las Escrituras 1Cor.14:34-35, debe ser correctamente interpretado, al igual que el otro texto conflictivo de 1Tm.2:12. Si estos textos bíblicos no se interpretan debidamente, entonces el silencio de la mujer es total, absoluto, y por lo tanto no tendrá ningún tipo de ministerio público en la iglesia local. En principio, el texto leído literalmente viene a decir: “que las mujeres se controlen a sí mismas, como la ley dice”, pero dicha ley no aparece como tal en las Escrituras. Y en cuanto a la prohibición de que la mujer enseñe, no concuerda con otros textos bíblicos.

No obstante, la gran mayoría de las iglesias evangélicas en nuestro país asignan a la mujer algún tipo de participación en la iglesia local, inclusive las que abogan por el silencio de la mujer en público cuando está la iglesia reunida como tal, algo que estaría prohibido por Dios si hemos de entender los textos bíblicos citados en su literalidad e interpretación. Por ello, la gran mayoría de las iglesias evangélicas no toman “al pie de la letra” estos textos bíblicos, sino que son considerados en su lugar de contexto en las Escrituras. Al hacer alusión a estos textos de aparente signo conflictivo, hay que analizarlos teniendo en cuenta otros textos donde no se observa el tal silencio de la mujer, sino al contrario, lo que vemos es a mujeres ejerciendo diversos ministerios, tanto en la iglesia local como fuera de ella.  Por ello hemos de reflexionar sobre el papel de la mujer en la iglesia local. Las Escrituras dicen que Felipe “tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban” (Hech.21:9)

Hechos 2:16-18, una profecía del profeta Joel cumplida, tanto en lo que respecta a la mujer como al hombre, “de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”.  En el Evangelio de San Lucas se nos dice que en el templo había una profetisa llamada Ana, y ella dio público testimonio de Jesús (Lc.2:36) ¿Cuál era la función de un profeta o profetisa? En el Nuevo Testamento era “hablar a los hombres para edificación, exhortación y consolación” (1Cor.14:3) Un profeta o profetisa era una persona llamada por Dios que debía ejercer una función religiosa de predicación pública al pueblo de Israel, así vemos algunas mujeres ejerciendo este ministerio como enviadas por Dios, al igual que los hombres. “Y María la profetisa (Ex.15:20) considerada como líder en Israel, “te hice subir de la tierra de Egipto, te redimí de la casa de servidumbre y envíe delante de ti a Moisés, a Aarón y a María” (Miq.6:4) Devora fue un líder político en Israel, “y la tierra reposó cuarenta años” (Jue5:31) pero también fue una profetisa (Jue4:4)

Hulda fue una profetisa (2Crón.34) contemporánea del profeta Jeremías (Jer.25:3) y también de Sefonías (Sof.1:1) Hulda, responde, de parte de Dios, tanto  a la autoridad religiosa y también política, “y ella respondió: Jehová Dios de Israel ha dicho así: decid al varón que os ha enviado a mí, que así ha dicho Jehová” (2Crón.34:23) En ninguno de estos casos vemos que exista una prohibición divina por el hecho de que la mujer ejerciera un liderazgo, especialmente profético. Estas mujeres ejercieron un ministerio público en el pueblo de Israel, y también con más motivo se desempaña en la nueva era que Jesús inauguró con su venida. Así en la iglesia local primitiva contemplamos ciertos ministerios de la mujer, dentro y fuera de la iglesia local, como vemos en la alusión a testimonios referentes a mujeres con liderazgo en las iglesias hogares, según el capítulo 16 de la epístola a los romanos. No cabe duda de que había un ministerio público de enseñanza ejercido por mujeres dotadas para ello (Hech.18:26) Un ejemplo de liderazgo lo tenemos en Priscila y Aquila (Rom.16:3) cuya “iglesia estaba en su casa”, y también observamos la participación femenina en el diaconado (Rom.18:26)

De lo que sí discrepamos es que, la mujer ocupe el oficio de pastor/anciano u obispo en el gobierno de la iglesia local, ya que no hay ningún caso bíblico conocido explícitamente en el Nuevo Testamento, en el que la mujer, al igual que el hombre, ocupe tal posición de liderazgo de autoridad en la iglesia primitiva. Algunos hermanos/as pueden discrepar de esta postura, pero, sinceramente, no hay apoyo explícito para que una mujer ejerza el ministerio pastoral, tal como lo vemos en lo que respecta al hombre. Hay varias citas bíblicas en lo que respecta al ministerio de gobierno pastoral de la iglesia local que está en las manos de ancianos/ pastores u obispos, pero no en cuanto a mujeres ejerciendo este gobierno en la iglesia local. Así leemos en Hechos 14:23 “y constituyeron ancianos en cada iglesia”. Y, también Pablo le dice a Tito que “estableciese ancianos en cada ciudad” (Tito 1:5) Santiago dice “¿está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia” (Stg.5:14) Pablo hizo “llamar a los ancianos de la iglesia de Éfeso” (Hech.20:17). Ni aquí, ni en otros textos enfocados al mismo asunto de gobierno de la iglesia local, no hay alusión alguna a mujeres ejerciendo ese papel de autoridad pastoral en la iglesia de la era apostólica.

También hay otras citas bíblicas en lo que se refiere a los pastores: “obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos” (Heb.13:17) “Acordaos de vuestros pastores” (Heb.13:7)) “Y constituyó pastores” (Ef.4:11) Así pastores/ ancianos, son equivalentes, y también se le da el nombre de obispo (1Tim.3:1-7) Estas y otras citas bíblicas nos hacen considerar que el tema de una mujer anciano/pastor u obispo no está claro bíblicamente, y en cambio sí está demostrado el liderazgo del hombre en tal ministerio pastoral en el ejercicio de la autoridad en la iglesia local, cuyo principio bíblico se debe acatar por ser el plan de Dios. También está bastante claro en el Nuevo Testamento de que la labor pastoral no descansa en una sola persona, como pastor único, sino en la pluralidad de pastores/ ancianos u obispos que deben pastorear la grey del Señor, al lado de ellos están los diáconos y diaconisas. En nuestra postura en lo que respecta al papel de la mujer en la iglesia local, nos complace el que muchas iglesias federadas también mantienen la misma posición, y respetamos a las que no la comparten, bien porque van más allá que nosotros o porque se quedan más atrás. No obstante, no estamos hablando en términos dogmáticos sino reflexivos en lo que respecta a la activa participación de la mujer en la edificación de la iglesia local. Lo que aquí estamos presentando son unas líneas de reflexión, pero no un exhaustivo estudio del tema en cuestión.

 

 

 

 

 

 

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