EVANGELIO SEGÚN MARCOS (V)

Prof. Ernest Trenchard

Lección 5ª

Introducción.

Marcos acaba de señalar la creciente oposición a Jesús por parte de los judíos de Galilea mediante una serie de incidentes en los cuales los escribas y los fariseos criticaron la libertad y el poder del ministerio del Señor. Por no querer reconocer el poder divino que se manifestaba en el Salvador, les parecía que atacaba las viejas instituciones del judaísmo, derribando así las barreras entre los “justos” y los “injustos”. Años más tarde, el apóstol Pablo analizó el error fundamental de los judíos al decir: “Porque, ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios” (Rom.10:3). El amor, la justicia interior y la libertad espiritual del Señor condenaba la “justicia de ellos, externa e hipócrita, y les llevó a unirse para buscar la muerte de Jesús. Hasta que sonase la hora señalada en el programa divino, los hombres maliciosos no tenían ningún poder contra el Señor, quien continuó su ministerio al lado del mal y por la región de Galilea, acudiendo las multitudes de todas partes para aprovechar su poder sanador (3:7-12). Entonces llegó la hora para llamar a ciertos discípulos a una obra más intensa, y explícita de apostolado. El discípulo aprende, pero el apóstol corre a otros con el mensaje que ha aprendido. En 3:13-19 se detalla el nombramiento de los Doce. La sección termina con dos cosas más de oposición en contra del Señor: uno de suma gravedad de parte de los escribas que habían venido de Jerusalén (3:22-30), y oro, en parte bien intencionado, de “los suyos”, es decir: sus hermanos y su madre, que se apenaban al verle hecho el centro de tanta conmoción, de tal forma que a veces ni podía comer. Así, entre las tinieblas del odio y de la ignorancia, la LUZ DEL MUNDO resplandeció en los campos y ciudades de Galilea de las Gentes, trayendo salud y vida a las almas y a los cuerpos según el Plan Eterno (véase la profecía de Isaías 9:1-2)

El ministerio se extiende más allá del lago (3:7-12)

“Más Jesús se apartó (3:7). Jesús no se apartó de las multitudes necesitadas que le seguían por todas partes, sino de los enemigos: la infame alianza de fariseos y herodianos que procuraban su muerte (3:6). Ellos seguían con sus maquinaciones, pero él seguía con los planes eternos de Dios. Compárese con el incidente en Nazaret que narra Lucas en su Evangelio 4:28-30). La fama de Jesús. Idumea era el país que lindaba con Judea por la parte extrema del sur de Palestina, mientras que Tiro y Sidón se hallaban en Fenicia, más allá de la frontera del norte, y aun de estas regiones apartadas acudía gente al oír “cuán grandes cosas hacía”. Las multitudes originaron dificultades de orden práctico, ya que apretaban tanto al Señor, en su afán de aprovechar su poder sanador, que le era difícil enseñar. Tuvo necesidad de un barco dispuesto en la playa para que le sirviera de púlpito algo apartado de las gentes, y según 3:20, no tenía tiempo ni para comer. Es el momento de la mayor popularidad del Señor en el curso de su ministerio. ¡Cuántas de estas personas entusiastas no se encontrarían más tarde entre las multitudes de Jerusalén que gritaban: “¡Crucifícale!”

 El Siervo llama a sus ayudadores.

La vocación del os Doce (3:13-19). La obra de los Doce fue importantísima, ya  que ellos tenían que acompañar al Señor, presenciar la totalidad de su Obra,  escuchar sus enseñanzas y luego anunciar al mundo los grades hechos de su vida, pasado a oros generaciones las enseñanzas. Tenían que servir de enlace entre la Persona y la Obra de Cristo y los hombres a quienes había venido a salvar. Detrás de todo el Nuevo Testamento está la autoridad apostólica, y detrás de los Apóstoles está la autoridad del VERBO HECHO CARNE. En el curso de este breve relato de Marcos nótense los siguientes puntos que se revisten de gran importancia: 1) “Él quiso” (3:13). La obra de los Doce empieza en la voluntad soberana del Maestro: lo que le presta gran autoridad y eficacia (2 “Él llamó”. La voluntad de Dios se hace efectiva en un llamamiento histórico (3:13).3) “Ellos vinieron a él”. El llamamiento de Dios obra conjuntamente con la libre voluntad de los hombres dispuestos a escucharle. 4) “Jesús estableció doce” (3:14). Toda la autoridad procede del propósito del Maestro, quien sólo puede “ordenar” para su servicio. 5) “Para que estuviesen con él” (3:14). El primer propósito del llamamiento fue el de la preparación del os discípulos para estar en íntima comunión con el Señor. Aprendamos que no podemos correr con el mensaje hasta aprenderlo a los pies de Jesús. 6) “Para enviarlos a predicar”. He aquí el según propósito: los discípulos que han aprendido de Cristo llegan a ser apóstoles que salen para proclamar las riquezas del Evangelio en su nombre. 7) “Y que tuviesen potestad de sanar enfermedades” (3:15) Como su Maestro, tenían que manifestar el carácter del Reino restaurando los pobres cuerpos de los enfermos a su estado normal de salud. 8) “Y de echar fuera demonios”. El diablo había establecido su autoridad sobre los hombres por medio del pecado. Al echar fuera a los demonios, el Señor y los Apóstoles demostraban de una forma palpable que la victoria sobre el poder de Satán se acerca.

La lista de los Doce.

Con ligeras variaciones, esta lista de los nombres de los Apóstoles es igual a la que se encuentra en Mateo 10:2-4; Lucas 6:14-16 y Hechos 1:13. Parece que los nombres se presentan en grupos de tres, formando los tres primeros Apóstoles un círculo íntimo que acompañan al Señor en algunas ocasiones cuando los otros quedaron excluidos. El caso de Judas es muy especial. Seguramente habría podido ser un buen Apóstol, bien que el Señor sabía desde el principio que había de ceder al diablo y ser instrumento de su entrega en las manos de los enemigos (Compárese con Juan 6:70-71)

Oposición de los escribas venidos de Jerusalén (3:22-30)

La blasfemia con el Espíritu Santo (3:22-30). Se ve que los escribas de la provincia de Galilea habían pedido el auxilio de los doctores de la Ley de Jerusalén para contrarrestar la gran influencia del Señor Jesús en Galilea. Con la venida de ellos, la oposición llega a su punto culminante, ya que, no pudiendo negar el hecho de los maravillosos milagros de Jesús, atribuyen el poder a “Beelzebub”, un nombre que empleaban los judíos como equivalente a Satanás: “príncipe de los demonios”. El Señor toma esta acusación muy en serio, e indica que es sumamente peligroso atribuir el poder manifiesto del Espíritu Santo al demonio. Esos escribas rechazaron con insultos el único poder salvador que operaba en el mundo, así que esta “blasfemia”, o sea, esta oposición al Espíritu Santo, no podía tener perdón. Desde luego, podrían ser perdonados si deponían su actitud de rebeldía, pero la oposición persistente de las almas en contra del Santo Espíritu acarea irremisiblemente su perdición.

Los bienes del valiente (3:27-30)

Esta pequeña parábola, o ilustración, se aclara más en Lucas 11:21 y 22. Los escribas habían dicho que el Señor echaba fuera a los demonios con la ayuda del mismo Satanás, y el Señor contesta con un argumento muy claro: eso equivale a que Satanás luchará contra sí mismo, y en tal caso su reino caería en pedazos. Si las pobres víctimas del poder de los demonios eran libradas, es que Uno más fuerte que su dueño, el diablo, se había presentado, pudiendo sujetar al “valiente”, que hasta entonces había guardado sus “alhajas” con tanta seguridad.

Oposición con la familia natural (3:20-21 con 3:21-35)

La nueva familia espiritual. Por Juan 7:1-8 sabemos que los hermanos del Señor no creyeron en él hasta después de la Resurrección. En este caso habrían inducido a María, la madre de Jesús, a venir desde Nazaret para persuadir al Señor que volviera a casa. Ella, sin duda, se preocupaba por la salud y el bienestar de su hijo, mientras que a los hermanos les movía la envidia. Desde luego, no hay razón para creer que esos hermanos fuesen otra cosa sino los hijos de José y María después del nacimiento de Jesús. Esta interpretación inoportuna no pudo influir en el desarrollo del programa del Señor, pues desde el principio había declarado que le convenía “estar en los asuntos de su Padre”, pero sí dio lugar a una hermosa definición de la nueva familia espiritual. No rechazaba los deberes naturales del hijo humano, como vemos en la escena de la Cruz (Jn.19:25-27), pero por encima de todo se hallaba el nuevo parentesco: “Cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, éste es mi hermano, y mi hermana y mi madre”. La voluntad de Dios es que creamos en aquel que Dios envío (Jn.6:20)

Recopilado.

Juan Bta. García Serna

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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