LIBRO DE JOB (Cap.30)

Juan Bta. García Serna

Job lamenta su desdicha actual, y una de las razones es que personas de baja condición social, “hombres sin nombre”, dice Job (v.8), por ellos “yo soy objeto de su burla” (v.9 El), “me abominan, se alejan de mí” (v.10) Jeremía, el profeta, experimentó algo igual al patriarca Job, “cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí” (Jer.20:7) Y de manera profética, refiriéndose a Jesús “Fui escarnio a todo mi pueblo, burla de ellos todos los días” (Lm.3:14) ¿Y cuál fue la experiencia del salmista?: “Somos afrentados de nuestros vecinos, escarnecidos y burlados” (Sal.19:4) Una actitud del hombre adámico falto de compasión, a quién sólo lo tienes a tu lado si estás en distinta condición, que no sea la pobreza, la enfermedad, o cualquier otro tipo de aflicción. Esta fue la experiencia de Job, y también será la nuestra, según la situación. Y si alguien nos alegra y comprende nuestra aflicción, démosle gloria a Dios, por poner en nuestro camino al que supo ayudarnos en la consolación. La situación de Job, no era algo pasajero, sino como él expresa: “Y ahora mi alma está derramada en mí; días de aflicción se apoderan de mí” (v.16), así se expresa Job.

Job había llorado con el afligido, y su alma con el menesteroso había entristecido” (v.25) Y ahora que necesitaba ayuda consoladora no la obtenía. ¿Dónde está los de espíritu compasivo que ante las necesidades de los demás lloran y su alma es enternecida al ver como otros sufren la adversidad que la vida les da? ¡Loable fue Job que a otros consoló, aunque para él no hubo consolador! ¿Quiénes realmente puede ejercer este ministerio de consolación? Según las Sagradas Escrituras, serán aquellos que experimentaron el consuelo de Dios, el cual es el consolador 2Cor.1:3); “el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, paran que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios” (2Cor.1:4) ¡No existe otra manera respecto a la consolación!

Sin lugar a dudas, lo que más afligía a Job, era el pensamiento de que había sido abandonado por Dios: “Clamo a ti, y no me oyes; me presento, y no me atiendes: Te has vuelto cruel para mí” (v.20 y 21) Uno reflexiona el por qué Job culpabiliza a Dios de su situación. En ese momento de espíritu afligido Job ignora los sabios planes de Dios. Dios nunca se equivoca ni hace nada indebido que no tenga un plan, que al final, beneficie al propio Job. Así es, en todo aquello que nos pueda pasar a nosotros o a otros, ya que Dios tiene todo bajo control. ¡Un gran ánimo al que cree en la absoluta soberanía de Dios, que no deja nada ´al azar´ de los demás, sino que dirige cada situación que en nuestra vida suceda, si realmente estamos en comunión verdadera con Dios! Y como expresó el apóstol Pablo: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas (´no algunas´) les ayudan a bien” (Ro.8:28)

¡Por ello, nuestra confianza siempre debe estar en Él! Lo que Job expresó cuando dijo: “Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal; y cuando esperaba la luz, vino la oscuridad” (v.26), es algo que nos hace reflexionar, ya que las cosas no suceden como nuestros pensamos, sino que dependen de factores no controlados. No obstante, cuando vivimos de acuerdo a la voluntad de Dios, aquellas cosas que nos vienen, sabemos con plena certeza que están bajo el control de Dios. Así que, aunque “días de aflicción me han sobrecogido” (v.27), el cristiano sabe que cualquiera de las cosas que puedan acaecerle, en Dios está su certeza, y fortaleza, y por ello, no flaquea en su fe en el Señor, sea lo que sea, lo que le suceda. 

 

 

 

 

 

 





 

 

 

 

 

 

 

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