EL ESPÍRITU SANTO (Parte 4ª)

Juan Bta. García Serna

DONES ESPIRITUALES

Este término es usado por el apóstol Pablo, y también lo utiliza el apóstol Pedro: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administrados de la multiforme gracia de Dios” (1Ped.4:10) Lo que aquí se dice corrobora la enseñanza paulina: “Cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro” (1Cor.7:7) Se trata de dones que son dados a los cristianos para realizar un ministerio eclesial: “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hace milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas” (1Cor.12:28) Una pregunta sería: ¿Cuál es la finalidad de los dones espirituales? Y la respuesta: “Pero a cada uno les es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (1Cor.12:7) “Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para la edificación de la iglesia” (1Cor.14:12) Una cuestión que un cristiano debe plantearse es que su don/es tiene la finalidad de edificar a la congregación, y si así no fuese, o bien no tiene tal don/es, o los utiliza sin vida espiritual; cuando así se hace, entonces el don/es se convierten en carnalidad. 

En la iglesia neotestamentario el uso de los dones era usado por cada uno de los cristianos, y no exclusivamente por un liderazgo especial en el gobierno espiritual de la iglesia. Cada uno de los creyentes en Cristo Jesús, era un sacerdote para Dios: “Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncies las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1Ped.2:9) Así que cada cristiano tenía su don/es y lo ejercía en la congregación: “¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación” (1Cor.14:26) “Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados” (1Cor.14:31) Los dones dados por el Espíritu Santo se ejercen dentro y fuera de la iglesia, así lo observamos en los primeros cristianos de la era apostólica, e inclusive no había ningún tipo jerárquico, en el término que hoy podemos entender, y que bíblicamente no es correcto, sino que lo que prevalecía era el ejercicio del don/es espirituales. 

Los dones no eran capacidades naturales, sino una obra exclusiva del Espíritu Santo: “Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro palabra de ciencia según el mismo Espíritu” (1Cor.12:8) “A otro, fe por el mismo Espíritu; a otro dones de sanidades por el mismo Espíritu” (1Cor.12:9) “A otro, el hacer milagros; a otro profecía; a otro discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro interpretación de lenguas” (1Cor.12:10) ¿Quién lleva a cabo este reparto de dones espirituales? “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1Cor.12:11) “Más ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso” (1Cor.12:18) Según tales textos bíblicos, no debería haber ningún equívoco que la procedencia de los dones espirituales han sido otorgados por el Espíritu Santo, y no por voluntad de hombre alguno, ni inclusive por razón de cierto talento especial que la persona pueda poseer en la vida secular.

Dentro de los carismas en la iglesia estaban una serie de dones con especiales responsabilidades de liderazgo eclesial: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef.4:11) ¿Quiénes ejercían el liderazgo de autoridad espiritual en la iglesia primitiva? El apóstol Pablo lo expresa al joven Timoteo: “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé” (Tito 1:5) Pablo, el apóstol: “Enviando, pue, desde Mileto a Éfeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia” (Hch.20:17); llamados también “obispos” (v.28), cuyo término significa lo mismos, asimismo como “pastores” (véase Heb.13:7,17),  y no un status de jerarquía dentro de la iglesia local, como podemos observar en cartas apostólicas.

El Espíritu Santo, en el gobierno espiritual de la iglesia, no sólo estaban los ancianos/pastores/obispos, sino también los diáconos. "Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos" (Fil.1:1)Y cuando el apóstol Pablo habla de los requisitos de los obispos, también seña a los diáconos: "Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas; que guarden el ministerio de la fe con limpia conciencia" (1Tm.3:8 y 9) Y el apóstol Pablo habla de una hermana que ejercía el diaconado: "Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea" (Hch.16:1)

 

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