EL ESPÍRITU SANTO (Parte 2ª)

Juan Bta. García Serna

EN LA EVANGELIZACIÓN. 

Jesús dijo a sus discípulos en la gran comisión de extender el evangelio del reino de Dios: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hch.1:8) Esta misión evangelística sólo se podía llevar a cabo mediante el ´poder del Espíritu Santo´. Hay un fracaso inequívoco cuando sabemos esto, y en cambio, seguimos usando nuestra ´capacidad´ de persuasión queriendo convencer a las personas respecto a su necesidad espiritual, quién convence al mundo de pecado, nosotros o el Espíritu Santo: “Y cuando él venga (el Espíritu Santo) convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Jn.16:8) ¿Cuál fue el testimonio apostólico en la extensión de la palabra de Dios? “Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos” (Hch.4:33) Había en ellos un poder espiritual que fluía de Dios. “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados templó; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hch.4:31)

¿Qué dijo el apóstol Pedro? “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; y si alguno ministra ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén” (1Ped.4:11) ¿De dónde procede nuestra competencia en la extensión del evangelio? ”no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios” (2Cor. 3:5) Y cuando el apóstol Pablo expone el mensaje bíblico a la iglesia de los corintios, expresa claramente de donde venía su poder espiritual: “Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1Cor.2:4 y 5) Hemos de dejar que obre Dios a través de nuestro testimonio hablado y personal, y en ello renunciamos a nuestra jactancia: “Porque, ¿Quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorias como si no lo hubieras recibido?” (1Cor.4:7)

Al testificar por medio del Espíritu Santo, no sólo es exclusiva de los líderes de las congregaciones, sino de cada uno de los creyentes en su testimonio de evangelizar a otras personas. ¡Dios ha de pedir responsabilidad de manera individual a cada uno de los cristianos! ¿Qué hicieron los primeros discípulos de Jesús? “Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio” (Hch.8:4) ¿Y los cristianos de la congregación de tesalónica?: “Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra de Dios del Señor, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada” (1Ts.1:8)

 EN LA ORACIÓN. 

Al orar conforme al Espíritu Santo, ello conlleva también un ´vivir´, un ´andar´, y ser ´enseñados´ por el Espíritu: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gál.5:16) “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gál.5:25) Y, además, “por medio del Espíritu hacéis morir las obras de la carne” (Ro.8:13) Si nuestras oraciones hechas a Dios, y de las tales no hay respuesta, o bien el Señor en la negativa ya ha dado la contestación, o no hemos pedido como conviene, “pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Stg.4:3) . o no estamos orando bajo la dirección del Espíritu de Dios: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Más el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Ro.8:26 y 27) ¿Y qué dice el apóstol Judas?  “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo” (Judas 20) Y es por medio del Espíritu Santo que somos instruidos en la las palabras del evangelio: que dijo Cristo Jesús: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn.14:26) ¡Hay una gran necesidad de ser enseñados por el Espíritu Santo!


 

 

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