LIBRO DE JOB (Cap.17)

Juan Bta. García Serna

“Mi aliento se agota, se acortan mis días, Y me está preparado el sepulcro” (v.1); quién podrá adentrase en el pensamiento del patriarca Job, cuando lo que está expresando responde a una concreta situación de dolor físico y psíquico que atormenta el interior de su corazón. Job no era consciente de lo que de sus labios salió, ya que sus días fueron prolongados por el Señor, por lo tanto, lo que dijo en ese momento no fue él, sino su aflicción. Una aplicación es, que los pensamientos suelen variar según sea la situación. Por ello, cuan necesario sería encomendar nuestros pensamientos al Señor (Sal. 139:23) Y permitir que los tales sean controlados por la paz de Dios (Fil.4:7) ¿Por qué cargar con la “ansiedad” si a Dios la podemos llevar? ¡Y Su bendita promesa es que Él cuidado de nosotros tendrá!  (1Ped.5:7)

Job ve en sus amigos, no consoladores, sino “escarnecedores” (v.2) ¿tenía Job razón?, posiblemente en algunas de intervenciones así lo hicieron sin ninguna compasión hacia el patriarca Job, pero hubo otros momentos de la pregunta de Job: intervención que sí hablaron correctamente cuando se referían a Dios. Hay una innata inclinación a enjuiciar lo que otros dicen sin pararnos en su reflexión, pero Job si en ello pensó, y también a ellos lo manifestó, aunque discrepaba de ciertos argumentos empleados por los amigos de Job, los cuales no encajaban en paliar su dolor y aflicción. Llevar a cabo un juicioso equilibrio en valorar cada situación, ello es de sabios que no se dejan arrastrar por una superflua opinión que surja en la mente ´sin ton ni son´.

Job recurre a la protección de Dios (v.3), y es que siempre, aunque buenos consejeros haya, no olvidemos que el mejor es el que proviene de Dios. Sin lugar a dudas, mucho nos perdemos cuando ponemos a un lado la enseñanza de la palabra de Dios, y en su lugar aceptamos consejos y opiniones de hombres, que, si no tienen base bíblica, entonces carecen de valor, especialmente en lo referente a la escala de valores espirituales que son el ´meollo´ de la vida ante la presencia de Dios. ¡Mirar lo que el hombre mira, no sería sabiduría de Dios, y en cambio, si lo sería saber lo que Dios mira y piensa acerca del hombre en cuestión!

Por ello, para conocer la naturaleza humana hemos de recurrir a la fiable e infalible palabra de Dios, que es la que nos enseña todo lo que uno debe saber para mantener una conducta correcta, sea cual sea la propia o ajena situación, tanto de alegría como de aflicción. Al igual que Job, nuestros pensamientos como “sombra son” (v.7)

Job, el “temeroso de Dios”, está convencido que el justo “su camino proseguirá, y el limpio de manos su fuerza aumentará” (v.9) Una consoladora verdad, que como dijo Dios al apóstol Pablo: “porque mi poder se perfeccionará en la debilidad” (2Cor.12:9) Por ello, el apóstol Pablo llega a esta conclusión, conforme a la revelación de Dios: “Porque cuando soy débil, entonces fuerte soy” (2Cor.12:10) A la pregunta de Job: “¿Dónde, pues, estará ahora mi esperanza?” (v.15) Y la sabia respuesta sería: ¡mi esperanza está en Dios! (Sal.39:7)

 

 

 





 

 

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