LIBRO DE JOB (Cap.10)
Juan Bta. García Serna
Aquí Job expresa su queja, en razón de su
estado de aflicción, y la tal le lleva a decir que, “su alma hastiada está de
vivir” (v.1) Y Job a Dios se dirige al decir: “¿por qué me sacaste de la
matriz?” (v.18); psicólogos y psiquiatras en nuestros días dirían respecto a
Job que, su desesperación estaba al límite de sucumbir, para él la vida había
dejado de ser una motivación, un ánimo de vivir. Job no sólo tenía el dolor
físico, sino también el psíquico, y cuál de ellos sería el peor en digerir. Ambos
constituían su ´profundo dolor´, que le llevan a interiorizar y expresar su
sentir. ¿Quién no habla, aún sin razón, cuando su vida está en una
auténtica desesperación? Hablar es bueno, y Job no se calló, y ello constituyó
una terapia, un desahogo interior, y aún mejor cuando el desahogo él lo hizo
elevándolo ante Dios, Quien es el que realmente conoce a la perfección cuál es
nuestra verdadera situación, y que de Él emana la solución.
Una amargura de espíritu como la que tenía
Job, no hay palabras que puedan describirla, si uno no ha pasado por tal
situación; por ello, todo consejo en este caso de Job no sería cosa fácil
mitigar su aflicción, y sus amigos, quizás con buena intención, no acertaron a
dar consuelo al patriarca Job. ¡Cuánta sabiduría uno necesitaría para animar un
corazón abatido por el inmenso dolor! ¿Dónde están los buenos consejeros
cuando uno los necesita que calmen tal turbación, como en el caso de Job?
Faltan cristianos que verdaderamente aman de tal manera a Dios que con
inteligencia especial puedan llegar al corazón, y no sólo a la mente, porque no
es suficiente la razón. ¡Señor, ayúdame a tener conmiseración, y verdadero
amor, sin dejar de ser juicioso, según sea cada una de concreta situación!
A Job no le faltaba la fe: “Tus manos me hicieron y me formaron” (v.8) dijo él, aludiendo a su propia creación que Dios llevó a cabo en el Edén. “Acuérdate que como a barro me diste forma; y en polvo me has de volver” (v.9) Una lección ejemplar al ateísmo cuyo postulado es que, fue el ´azar´ y no la creación de Dios, de donde se originó todo ser, sea hombre/mujer, animal, o cualquiera otro ser, que a la existencia vino por un proceso evolutivo carente de inteligencia, que ni la ciencia explica cómo fue, sino simplemente teorías que requieren mucha fe. Job, prosigue diciendo: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo, y después de desecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios. Al cuál veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí” (19:25 al 27), así se expresó Job, que aún la aflicción no era motivo suficiente para dejar de creer en que un día, en la resurrección, vería Dios. Tal esperanza, no es ilusoria, sino una constante enseñanza en la palabra de Dios. Pregunto, si esta es tu fe como la de Job. Y si no lo fuese, aún tienes tiempo de buscar a Dios, y pedirle Su perdón.
Evidencia la creencia de Job de que, al
final verá a Dios, mientras que, el ateo ninguna esperanza tiene de la
resurrección, aunque Jesús de ella habló (Jn.11:25) Hay una observación que Job
tiene de la omnisciencia de Dios, de que Dios ve la iniquidad, y que no tendrá
por limpio al que pecado cometió v,14), así que Job reflexiona que, si él pecó,
y Dios lo observó, no lo tendría por limpio, aunque él no era una persona que
en constancia pecó, ya que el mismo Dios consideraba a Job “justo y temeroso de
Dios”. Creo que Job tampoco era ´perfecto´, en la terminología bíblica de
perfección, pero sí un hombre recto que temía a Dios. ¡Cuidemos nuestra vida
ante la presencia de Dios, y también de emitir precipitados juicios de
condenación! Observemos que Dios mira desde los cielos y ve cada vida en el
aspecto interior, y juzgará ciertamente al no arrepentido, y por consiguiente,
no quedará inmune ante Dios.
Los creyentes hemos de ser valientes y confesar la verdad que hemos recibido,
ResponderEliminarYo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque muera vivirá
Que confesemos que JESUCRISTO es EL SEÑOR .