LA PACIENCIA.
Juan Bta. García Serna
Una palabra del Nuevo Testamento que generalmente se traduce por “longanimidad” o “paciencia”. Uno de los diccionarios bíblicos dice que la paciencia es: “primeramente una característica de Dios”. Otro como un “atributo de la divinidad que denota la extraordinaria indulgencia de Dios en virtud de la cual se abstiene de la ira, y sigue ejerciendo la misericordia a pesar de las grandes y repetidas provocaciones de parte del hombre”. Dios mostró su paciencia en los días antediluvianos “los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaban la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua” (1Ped.3:20) Y sigue diciendo el apóstol Pedro, que continúa la paciencia de Dios, en lo que respecta a la segunda venida de Cristo Jesús: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2Ped.3:9). En el Evangelio según Mateo 24:37 al 39, es muy significativo que Jesús compare su segunda venida a este mundo al tiempo de Noé, en los cuales el hombre vivía para sí mismo, y no entendieron lo que se avecinaba hasta el mismo momento en el que ocurrió el diluvio Universal. ¡Creo que así será cuando Cristo retorne a la tierra otra vez!
En primer lugar: Dios tuvo paciencia en aquel entonces en la antigüedad, y sigue teniéndola en la actualidad. ¿Hasta cuándo estará la paciencia de Dios esperando el arrepentimiento de la gente? ¿Y quiénes serán salvos cuando esto ocurra? ¿Serás tú uno de los que “será tomado”, o “dejado”? según consta en el Evangelio según Mateo 24:40 y 41? ¿Estamos los cristianos despertando las conciencias de las personas al respecto, como hizo Jesús y sus discípulos en la extensión del evangelio del Reino de Dios? ¿Qué pasará si uno sigue en el camino de la incredulidad? Jesús lo dijo enfáticamente: “Ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Jn.3:18). Dios tendrá paciencia hasta cierto límite: “El que cree en el hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Jn.3:36) ¡Dios es paciente, pero también de santa Ira!
En segundo lugar: la paciencia es
cultivada por los creyentes. Hay una exhortación del apóstol Pablo a los
cristianos: “Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os de entre
vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús” (Rom.15:5). Esto denota a la paciencia como virtud activa en los cristianos (2Tm.3:10), y obviamente en el ministerio
cristiano (Tit.2:2). La paciencia cambia las duras pruebas en gloria, porque
Dios da capacidad al cristiano (Col.1:11). La paciencia sobrelleva la prueba con
fe: “Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Stg.1:3). Y hay
una gloria especial en la tribulación que produce paciencia: “Y no solo esto,
sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la
tribulación produce paciencia” (Rom.5:3). Y entre las virtudes cristianas está ubicada la paciencia (2Ped.1:6) ¡Sin paciencia la vida interior, en lo recóndito, será un ´caos´ en lo espiritual!
En tercer lugar: la paciencia es extendida a otros, según la parábola de Mateo 18:26 y 29 Comp. 1Ts.5:14. ¿Cuál es la actitud que tomamos ante esta virtud cristiana frente a otros? Si nuestro cristianismo es sincero, entonces hemos de aprender de Dios al respecto. La paciencia en el sufrimiento conlleva ser dichosos (Stg.5:11) Jesús enseñó a sus discípulos en cuanto a ser felices cuando se sufre por su causa (Mt.5:11) Y la razón de ser cristianos lleva en sí el padecer por la causa de Cristo (Fil.1:29). ¿Estamos padeciendo por la causa de Cristo? Hay muchas maneras de padecimiento por la causa de seguir a Jesús. ¿Uno estará dispuesto/a a pagar el ´precio´ de seguir a Cristo Jesús?
En cuarto lugar: Una de las virtudes que escasea en el ser humano es ser paciente con uno mismo y también en relación al prójimo. La paciencia es
una cualidad de espera y soporte, de aguante y generosidad, pero la tal debe
salir de uno de manera voluntaria y no forzada, porque “Jehová tiene en el
cielo su trono; Sus ojos ven, examinan a los hijos de los hombres” (Sal.11:4) La
paciencia o longanimidad al ser un “fruto del Espíritu” (Gál.5:22) hay que buscarla en Él, ya que no es generada
por un esfuerzo propio, aunque el tal sea sincero, pero nunca llegará a la meta
propuesta por Dios, por ello, al ser un “fruto del Espíritu”, inevitablemente
uno debe buscarlo en Dios por medio del Espíritu Santo que lo genera. Una de
las cosas que uno debe saber, ciertamente, que todo lo que uno hace es aceptado
por Dios, si Él mismo lo ha puesto en nuestra vida, por ello, leemos tantas
veces en la palabra de Dios, la necesidad de una dependencia absoluta de Él. Así que lo que Jesús dijo de manera muy clara e inequívoca: “Separados de mí nada
podéis hacer” (Jn.15:5) ¿Crees esta enseñanza que Jesucristo expresó con toda claridad?
En quinto lugar: Si
uno quiere vivir la vida cristiana, no en el aspecto religioso, sea éste cualquiera que sea, como sucedió en el sectarismo religioso judaico, contemporáneos de Jesús, el seguimiento de Cristo Jesús no debe estar acondicionado a ninguna confesión religiosa, sino a un seguimiento sincero de Cristo Jesús: “Y decía
a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo (´renuncie´),
tome su cruz cada día, y sígame” (Lc.9:23). ¿Puede haber un cristianismo
verdadero, que presuma de ser tal, sin
seguirle a Él? ¿A quién seguimos en la vida cristiana, a uno mismo, a una
determinada religión, o a Jesucristo? Hemos de seguir la enseñanza de la palabra de Dios, y no tradiciones añadidas por el falible ser humano, llámese éste como se llame, o tenga la reputación académica o autoridad eclesiástica que tenga. “Escudriñas las Escrituras; porque a vosotros
os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan
testimonio de mí” (Jn.5:39) Y fuera de esta fuente de inspiración divina, de absoluta infalibilidad, debería ser cuestionable: “Si alguno habla, hable conforme a la palabra de Dios” (1Ped.4:11)
¡Paciencia, quiero Señor!, la que no emana de mi “yo”, sino
la que viene del Espíritu de Dios. ¿Por qué alma mía no depender del Señor, ya
que es de Él de donde fluye este don?; ¡cual es el de la paciencia que Dios nos
otorga a expensa de su gran e inmenso amor! Sin duda, es posible que haya
esfuerzo, pero éste fracasará, que por experiencia lo sabemos, por ello,
dejémosle a Él actuar, que como dice el texto bíblico: “Porque Dios es el que
en nosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”
(Fil.2:13) Si paciencia uno quiere no la busque en sí mismo, pues no la encontrará, ni tampoco espere que la tengan los demás, porque como tú y yo, sólo de una fuente única uno la podrá encontrar, y es en Cristo Jesús, que si uno se la pide, entonces la obtendrá, y de ella disfrutará.
Muy cierto
ResponderEliminarBuenos días, "desconocida",
ResponderEliminarLe expreso, aunque con retraso, mi agradecimiento a sus comentarios, respecto a algunas de mis reflexiones bíblicas. Agradecería que siguiese haciéndolo, y claro, con toda libertad puede expresar su opinión.
Con afecto en Cristo Jesús,
JB