SEGUIR A CRISTO JESÚS.

Juan Bta. García Serna

“Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mr. 8:34)

Jesús llama a la gente y a sus discípulos, no hace acepción de personas. Y al decir “si alguno quiere venir en pos de mí”, significa que todos tienen absoluto libre albedrío de seguir a Jesús o no; por ello, la responsabilidad recae sobre uno mismo al oír la voz de Cristo Jesús. ¿Cuál será tu decisión al respecto, aceptar la invitación de Jesús o rechazarla?

¿Qué tiene que hacer todo aquel que quiere seguir a Jesús? a) “negarse a sí mismo” b) “Y tome su cruz” c) “Y sígame”. Unas expresiones que tienen un callado muy significativo, y si no las valoramos no sabremos lo que entraña estas palabras de Jesús.  “Negarse uno a así mismo”, habla de renunciar a los deseos propios que contrastan con la voluntad de Dios, la cual es expresada de manera inequívoca en las Sagradas Escrituras. Si lo que hacemos es rechazo por la Biblia, de modo implícito o explícito, entonces no estaremos siguiendo a Jesús, sino a nosotros mismos, ya que prevalece nuestra voluntad, y rechazamos, de manera consciente, la que Dios dice en la Biblia. “Negarse uno así mismo” no debe ser un saber simplemente, que nuestros labios pronuncian, sino un hacer en todas sus repercusiones; anulando nuestra voluntad para que se haga la de Dios. El “yo” tiene una fuerza muy pujante, se trata de un egocentrismo no fácil de eliminar. ¿Cómo erradicar la fuerza negativa del “yo” en la vida cristiana? Hagamos literales las palabras y experiencia del Apóstol Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí, y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gál.2:20)

Cuando Jesús enseñó en cuanto a cómo hemos de orar, una de las cuestiones que puntualizó fue: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mt.6:10) Si tenemos en cuenta las palabras de Cristo Jesús, entonces, el cristiano se esforzará, con la ayuda de Dios, para que su vida de seguir a Jesús sea auténtica, no teórica, ni fingida, sino práctica, ya que, de no ser así, ¿qué tipo de discípulos de Jesús somos?  Hacer la voluntad de Dios no está acondicionada a cuando las cosas vienen bien, sino al contrario; Jesús ejemplarizó, en su naturaleza humana, el hacer la voluntad de Dios el Padre, cuando tenía que pasar por la cruenta Cruz del Calvario: “Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad” (Mt. 26:42) ¿Es ésta nuestra sumisión a la voluntad de Dios?

Y sigue el texto sagrado, “y tome su cruz”, no la de Cristo Jesús, sino la nuestra propia. Una expresión que conlleva actuar en las vicisitudes de la vida cristiana como Jesús lo haría, y para ello, tenemos su ejemplo, el tal también fue seguido por sus discípulos por la causa del Señor. La “cruz” apunta a situaciones desagradables, y por las cuales el cristiano ha de pasar, pero ellas, no deben ser acarreadas por nosotros mismo sino siempre por seguir a Jesús, “pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello” (1Ped. 4:16) “De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y que hagan el bien” (1Ped. 4:19)

“Y sígame”. Se trata de seguir a Jesús, no a ninguna persona, e inclusive, denominación confesional, sino en exclusiva a Cristo Jesús, y ubicar nuestra membresía donde se predique la pureza de la palabra de Dios, al igual que hicieron los primeros cristianos neotestamentarios. Hay una actitud que hemos de imitar cuando se nos habla de la Biblia: “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hch.17:11) ¿Es ésta nuestra actitud ante tantas enseñanzas que nos invaden respecto a creencias religiosas? Jesús dijo: “Si alguno me sirve, sígame, y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará” (Jn.12:26) ¡Leamos con atención las palabras del siervo de Dios Josué! "Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quien sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová" (Jos.24:15) Una actitud decisiva y loable.

 

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