LIBRO DE JOB (Cap.5)

Juan Bta. García Serna

Ciertas son las palabras del amigo de Job, “que al necio lo mata la ira”, y “al codicioso lo consume la envidia” (v.2), pero Job no era necio ni codicioso, así que su amigo con su ´flecha a la diana´ no acertó. Y es que muchas veces, las palabras pueden ser certeras, pero no dan ´al blanco´, porque no son dirigidas a la persona con el problema en cuestión, tal fue en el caso de Job. Si a todos tratamos sin excepción, no discerniendo cada personal situación, estaremos equivocándonos, aunque utilicemos, de manera correcta, la palabra de Dios.

“Ciertamente yo buscaría a Dios, y mi causa a él encomendaría” dijo el amigo de Job (v.8), y destaca las “cosas grandes e inescrutables” que hace Dios (v.9) Y de esta manera se expresó: “Que Dios envía la lluvia sobre la tierra, y que los campos son regados por ella” (v.10) “Que pone a los humildes en altura” (v.11) Y que los “pensamientos de los astutos frustra” (v,12) “Que prende a los sabios en la astucia de ellos. Y frustra los designios de los perversos” (v.13) Sin lugar a dudas, hay sana exposición en estos consejos a Job. 

“He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; por lo tanto, no menosprecies la corrección que el todopoderoso” te aplica (v.17) “Porque el Señor al que ama, disciplina” (Heb.12:6) Y, ¿Cuál es la finalidad de la disciplina? “para que participemos de su santidad”, ¡la divina! (Heb.12:10), ya que no hay santificación que no sea otorgada por la palabra de Dios. Jesús dijo al Padre, en su oración de intercesión: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Jn.17:17) ¡Solo en la verdad de Dios encontrarás santidad! Y equivocado estarás si la buscas en cualquier otra parte, ¡seguro que no la hallarás!

Hay unas palabras del amigo de Job que desperdicio no tendrán, de que Dios “quien hace la llaga, y Él la vendará”. Y Él es quien “hiere, y sus manos curarán” (v.18) Ignoramos en qué aspecto Él lo hará, quizás se refiera a la aflicción, contextualizando el padecimiento de Job. Pero Dios también intervendrá sea cual sea la situación en el dolor, sea éste psíquico o físico, o quizás, porque en algún momento hemos dejado la comunión con Dios. ¡Acojámonos a las palabras paulinas que, “cuando soy débil, fuerte soy”! (2Cor.12:10)

El amigo de Job, concluye con estas palabras de exhortación: “He aquí lo que hemos inquirido, lo cual es así: Óyelo, y conócelo tú para tu provecho”, en la crítica aflicción de Job (v.27) Un consejo que, aunque estaba fuera de contexto. en el caso del sufrimiento de Job, no deja de ser cierto cuando en la aflicción hemos de oír qué dice la divina palabra de Dios, pues es posible que la confianza esté en uno mismo, y no oigamos la enseñanza de Dios. ¡Amigo/a no la dejemos a un lado, sino que con suma atención escuchemos a Dios!

 

 

 

 

 

 

 

 

 











 

 

 

 

 

 

 

 

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