LIBRO DE JOB (Cap.3)

Juan Bta. García Serna

Job, en el sufrimiento, exterioriza su dolor, físico y psíquico, y “abriendo su boca exclamó, perezca el día en que nací yo” (vs.1-3) Y era tal su padecimiento que se preguntó: “¿por qué no fui escondido cono abortivo, como los pequeñitos que nunca vieron la luz?” (v.16) Uno se pregunta que, siendo Job un hombre íntegro, “recto, temeroso de Dios” (1;1), ¿por qué se cuestiona el valor de la vida estando en su aflicción?  Uno no entenderá, porque no está en el ´pellejo´ de Job, y si así fuera: ¿Qué hubieses dicho tú y yo? ¡Hay una tendencia innata a darle a todo lo que a los demás les pasa una explicación, ejemplarizada ésta en los consejos de los amigos de Job! ¿Hubo en ellos sabia argumentación al culpabilizar a Job? 

Job, a pesar de haberlo tenido todo, ya que nada le escaseaba, aun así era un hombre con temor, y así lo expresó, “el temor que me esperaba me ha venido, y me ha acontecido lo que temía yo” (v.25), y es que los temores forman parte de uno mismo, y nadie huye de esta experiencia, que es sin excepción; ya que la riqueza o pobreza no ´ahuyenta´ el temor. Y al igual que Job, también existe un ´túnel´ de “turbación” (v.26) ¿Hay alguna lección que de Job podamos aprender ante su situación de dolor y turbación? Sí, que la hay; los sentimientos cada uno los exterioriza según el dictamen de su corazón. ¿Sería mejor expresarlos y no silenciarlos por miedo a una equívoca interpretación? Aunque, de manera especial, Dios los comprenderá mejor, si a él acudimos, y parafraseando el texto bíblico: cuando “echamos toda ansiedad sobre el Señor", entonces, “el cuidado de Dios sobre nosotros, sin lugar a dudas, hemos de obtener” (1Ped.5:7)

Job, abrió su sentir de corazón ante sus amigos, sin reparar que sus palabras pudiesen ocasionar reacción.  ¡Silenciar o hablar, esta es la cuestión! Ello dependerá de nuestro carácter extravertido o introvertido, no obstante, lo aconsejable, así lo aconsejan los que saben, es compartir con los demás aquello que nos aqueja y que está produciendo perturbación, no solo en el aspecto físico, psíquico, sino también en el aspecto de la comunión con Dios.  

¿Habrá un sabio consejo si se ignora la real situación, sea cual sea la turbación? No obstante, existe un peligro de no ser aconsejados con sabia argumentación. Job expresa que tuvo “turbación” (v.26) Y ésta le produjo cuestionar a Dios, al no entender la razón.   En este capítulo tres de Job, vemos a un hombre turbado, afligido, que con palabras expresa su aflicción, pero, creo yo, sin que cayese en una total desesperación, apartando su vida de los caminos de Dios, que es lo que suele suceder cuando llega a nuestra vida la crítica aflicción de angustia y dolor, y que no entendemos la razón, o quizás sí por habernos apartado de Dios, aunque este no era el caso de Job. Un equívoco pensamiento que hemos de alejar, porque del diablo viene que de Dios nos quiere apartar, y así nuestra vida cae en una inutilidad espiritual. Estoy cierto que Dios sabrá entendernos sea cual sea nuestra situación, y conforme a su inmenso amor nos ayudará, de una manera u otra, “adorar a Dios” (1:20)

 

 

 

 






 

 

 

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