LA SALVACIÓN.
¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?
JESÚS DIJO:
“YO SOY EL CAMINO,
Y LA VEDAD, Y LA VIDA, NADIE VIENE AL PADRE, SINO POR MÍ”
(Evangelio San Juan 14:6)
Una reflexión bíblica.
(Sólo Biblia)
De una manera concisa, pero sí objetiva, quiero dar respuesta a
estas preguntas en lo que atañe a la SALVACIÓN ETERNA que, como dijo
Jesús es lo más importante en la vida del hombre:
“¿Y qué aprovechará al hombre ganar todo el mundo y perder su
alma? ¿Pues qué dará el hombre a cambio de su alma?”.
(Evangelio San Marcos 8:36 y 37)
Amigo, te invito a una reflexión sin prejuicios preconcebidos,
atendiendo en exclusiva al mensaje bíblico, que constituye autoridad infalible
en materia de fe y conducta. Así lo expresó Jesús:
“Escudriñad las Escrituras, ya que en ellas creéis tener la vida
eterna, pues ellas dan testimonio de mí”.
(Evangelio San Juan 5:39)
¿Por qué?
La razón la expresa el Apóstol San Pablo:
“No hay justo, ni siquiera uno”.
Y continúa diciendo:
“Pues todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios”.
(Epístola a los Romanos 3:10 y 23)
El hombre no es tan solo pecador porque
peca, sino que peca porque es pecador. Se trata de una naturaleza caída y
heredada a partir de Adán y Eva. Por ello, en este estado de perdición el ser
humano necesita el perdón y la salvación que ofrece Jesucristo a
todo aquel que cree:
“Porque tanto amó Dios al mundo que le dio su unigénito Hijo,
para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna”.
¿Cómo?
La salvación se obtiene sin obras
meritorias. Esta afirmación contrasta con la creencia religiosa generalizada de
que las obras buenas son parte de la salvación, pero el texto sagrado bíblico
deja muy claro que la salvación es exclusivamente por GRACIA DIVINA,
recibida ésta por medio de la fe, y no por obra alguna meritoria. Así lo afirma
el Apóstol San Pablo:
“Pues de gracia habéis sido salvados por la fe, y esto no os
viene de vosotros, es don de Dios; no viene de las obras, para que nadie se
gloríe”.
(Epístola a los Efesios 2:8-9)
Y continúa:
“Y ahora son
justificados gratuitamente por gracia, por la redención de Cristo Jesús”.
(Epístola a los Romanos 3:24)
¿Qué lugar ocupan las obras? No son
el medio para la salvación, puesto que es gratuita, sino que son el resultado
de ser salvo:
“Que hechura suya
somos, creados en Cristo Jesús, para hacer buenas obras, que Dios de antemano
preparó, para que en ellas anduviéramos”.
(Epístola a los Efesios 2:10)
Si la salvación fuese por medio de
obras meritorias, entones no sería por gracia absoluta. Así razona el Apóstol
San Pablo:
“Pero si por gracia, ya
no es por las obras, que entonces la gracia ya no sería gracia”.
(Epístola a los Romanos 11:6)
Y el Apóstol San Pablo expresa su
conclusión en lo referente a la salvación, señalando exclusivamente la
justificación por la fe sin obras meritorias:
“Pues sostenemos que el
hombre es justificado por la fe sin obras de la Ley”.
(Epístola a los Romanos 3:28)
Si reconsideras los textos sagrados citados, entones también llegarás a plantearte que tu salvación depende de la gracia divina, que es un don inmerecido de Dios obtenido por medio de la fe exclusivamente, no por obra meritoria alguna y, comprenderás que las buenas obras son un efecto y no la causa de la salvación, la cual está solamente en Cristo.
¿Cuándo?
Uno mismo debe ver esta necesidad:
“Al oírle, se sintieron compungidos de corazón y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué hemos de hacer, hermanos?"
(Hechos de los Apóstoles 2:37)
Si tienes esta actitud de querer ser salvo, entones escucha con atención la respuesta apostólica:
“Arrepentíos”.
Y “ellos le dijeron: Cree en el Señor Jesús y serás salvo tú y tu casa”
(Hechos de los Apóstoles 2:38; 16:31).
Arrepentimiento y fe son condición imprescindible para recibir la salvación. Así lo proclamó el mismo Jesucristo:
“Cumplido es el tiempo, y el reino de Dios está cercano; arrepentíos (“cambiar de manera de pensar”) y creed en el Evangelio”.
(Evangelio San Marcos 1:15)
Lo que salva
a una persona no es poseer una religión oficial ritual que pretende ser
salvadora de almas, sino tener a Cristo como Salvador personal, por medio de
arrepentimiento y la fe, recibiendo la salvación como don gratuito de Dios:
“Y el que tenga sed, venga, y el que quiera
tome gratis el agua de la vida”.
(Apocalipsis 22:17)
Y todos aquellos que son hijos de Dios por la fe en Jesucristo tienen la seguridad de la vida eterna, y no la incertidumbre:
“En verdad, en verdad os digo que el que escucha mi palabra y
cree en el que envío, tiene la vida eterna y no es juzgado, porque pasó de la
muerte a la vida”.
(Evangelio San Juan 5:24)
(Las citas
bíblicas expuestas en este artículo han sido tomadas de la versión católica
Nacar - Colunga. MADRID + MCMLXVI)
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