PROFECÍA DE APOCALIPSIS (III)

Samuel Pérez Millos

LA SEXTA TROMPETA

APOCALIPSIS

(9:16)

“Y el número de los ejércitos de los jinetes eran doscientos millones. Yo oí su número”. “Y el número de los ejércitos los de a caballo dos miríadas de miríadas oí el número de ellos” (Gr.)

Juan se centra en un ejército numerosísimo. Dejando los detalles sobre los cuatro ángeles, el apóstol introduce a los lectores a la consideración de un gran ejército. Sin duda se trata de seres infernales, demonios perfectamente organizados para una acción determinada de muerte y destrucción. Dada la vinculación del versículo con lo que antecede en relación con los cuatro ángeles liberados (vs.14-15), debe entenderse que los cuatro ángeles desatados son quienes lideran y conducen las huestes de este impresionante número de demonios, esto es, un ejército de demonios comandados por cada uno de los cuatro ángeles que fueron desatados.

Debe tomarse el número en sentido literal, básicamente por dos razones: a) se trata de un ejército de ángeles caídos, demonios, por tanto, el número de esos espíritus es enormemente grande; b) porque Juan afirma haber oído el número de ellos, por tanto, es parte de la revelación divina sobre esto y debe entenderse como ha sido recibida, es decir, como número literal. No se trata, pues, de una expresión hiperbólica, para hablar de una multitud; tampoco el apóstol pudo contar el número de ellos; afirma que lo oyó, quiere decir que lo supo por revelación.

(9:17)

“Así vi em visión los caballos y a sus jinetes, los cuales temían corazas de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de su boca salía fuego, humo y azufre”. “Y así vi los caballos en la visión y a los sentados sobre ellos que tenían corazas de fuego y de jacinto y de azufre y las cabezas de los caballos como cabezas de leones y de los bocas de ellos sale fuego y humo y azufre” (Gr.)

Los caballos y los jinetes en la visión de Juan tenían un aspecto que el apóstol pasa a describir, mientras afirma que aquello fue lo que vio y como lo vio. Es la única vez en todo el libro en que el escritor alude a su visión personal, esto es, lo que describe es sólo lo que vio. Este testimonio personal es muy común en Daniel (cf. Daniel 7:2; 8:2, 15; 9:21). Lo que Juan vio fue un ejército, podría decirse en lenguaje militar, de caballería, con sus caballos y jinetes sobre ellos. La descripción que hace de la visión confirma que no se trata de un ejército humano. Los caballos y los jinetes no son naturales, sino que han de vincularse con seres demoniacos, espíritus caídos.

Todo el entorno de la visión tiene como objeto presentar un ejército de demonios capacitados por los cuatro ángeles con ansias homicidas que se disponen a actuar de manera violenta contra los habitantes de la tierra. Sólo el control divino en una acción limitativa impedirá que causen una destrucción mayor que la que les ha sido concedida, la tercera parte de la población de la tierra.

 

 

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