ORACIÓN: EQUIVOCADA, ESTORBO, RESPUESTA.

Juan Bta. García Serna

“Tarde y mañana y a mediodía oraré y

Clamaré, y Él oirá mi voz” 

(Salmo 55:17)

 La oración es definida por el texto bíblico, en el salmo 42, como un clamor del alma: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía” (v.1), ello conlleva el tener sed de Dios: “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo” (v.2). La oración es una intercesión indecible del Espíritu a nuestro favor: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26) La oración nos hace entender las cosas que Dios nos revela cuando oramos: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Isaías 33:3) ¡Es imprescindible la oración!

ORACIONES EQUIVOCADAS

  En primer lugar: Aquellas que no son sinceras, según la enseñanza de Jesús: “Y, cuando ores, nos seas como los hipócritas, porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres” (Mateo 6:5) Este tipo de oración ritual, vacío de sinceridad, sólo tiene apariencia de vida espiritual, y como tal, será un estorbo a la respuesta de Dios.

En segundo lugar: Aquellas que pretender una autojustificación ante Dios, así lo dijo Jesús: “A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias por no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo; Dios, sé propicio a mí pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lucas 18:9 al 14)

En tercer lugar: Aquellas que buscan beneficio propio: “Pedís y no recibís nada porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Stg.4:3) ¡Queda claro que una motivación equivocada en la oración a Dios, no será respondida! Una reflexión es que, no hemos de orar para ser vistos de los demás, no hemos de orar para auto justificarnos ante Dios, ni tampoco orar para obtener beneficios, y así gastarlos en nuestros propios intereses personales.

ORACIONES CON ESTORBO

En primer lugar: Cuando no hay perdón a las ofensas de los demás; esta es la enseñanza de Jesús: “Y, cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas” (Mateo 11:25) Jesús enfatiza que, si no hay actitud de perdón hacia otros, tampoco lo recibiremos de Dios: “Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas” (Mateo 11:26)

En segundo lugar: Cuando la actitud entre los cónyuges no es la adecuad, así lo enseño el apóstol Pedro: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coheredadas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1Ped.3:7)

En tercer lugar: Cuando hay ausencia de fe, por incredulidad: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor” (Stg.1:5 al 7) Jesús también dijo: Por tanto, os dijo que todo lo que pidáis orando, creed que lo recibiréis y os vendrá” (Mateo.11:24)

ORACIONES QUE DIOS RESPONDE        

En primer lugar. Cuando la oración está de acuerdo con la voluntad de Dios: “Y esta es la confianza que tenemos en Él, que, si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye” (1ª Juan 5:14) Lo que plantea este texto bíblico es que debe prevalecer la voluntad de Dios, y no nuestra propia voluntad. Pablo, el apóstol, experimentó la voluntad de Dios, cuando su deseo era que Dios le quitase el “aguijón” que tenía en su carne: “Respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2ªCor.12:8-9)

En segundo lugar. Cuando vivimos una experiencia auténtica de vida espiritual: “Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de Él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de Él” (1ª Juan 3:22) Una enseñanza que conlleva conocimiento y práctica.

En tercer lugar. Cuando hay una perseverancia en una vida de oración, y no algo esporádico, así se nos enseña: “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lucas. 18:1) Y cuando esto sucede entonces Jesús, refiriéndose al Padre dijo: “¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos que claman a Él día y noche? ¿Se tardará en responderles?” (Lucas 18:7)

 

 

 

 

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