CURSO DE ESTUDIO BÍBLICO (III)
Juan Bta. García Serna
Prof. Ernesto TRENCHARD
Evangelio según Marcos
Lección III
EL MINISTERIO EN GALILEA, CON BASE EN CAPERNAUM
(1:21-45)
Introducción
Según entendemos por los capítulos 2 y 3 de San Juan, Jesús
ya había llevado a cabo una misión extensa n Judea, pero Marcos, como también
Mateo y Lucas, empieza su narración con la evangelización extensa y sistemáticas
de Galilea. En esta obra utiliza las sinagogas de los judíos, las casas
particulares, y las playas y se ilustra mediante multitud de grandes obras de
sanidad. La gente acude de todas las regiones de Palestina, atraída por la fama
de Jesús, pero, ¡cuán pocos comprendieron el gran hecho de la manifestación de
la gloria de Dios entre ellos!
Autoridad y poder (1:2-45)
Autoridad en las enseñanzas, 1:21-22. Antes de detallar el
Evangelista el típico milagro de la liberación del endemoniado, nota la obra de
enseñanza de Jesús, con el efecto que producía en la congregación que se reunía
en la sinagoga de Capernaum: el pueblo que se hallaba al noroeste del mar de
Galilea, y que era la “base” de la primera etapa del ministerio del Señor en la
región. (Comp. la profecía de Isaías 9:1-2). Los versículos 21 y 22 indican
claramente que el Maestro acostumbraba asistir a los cultos de la sinagoga los
sábados y aprovechaba las oportunidades para enseñar, basándose sin duda en los
pasajes del Antiguo Testamento que se leían según el orden establecido. Los
escribas hacían lo mismo, pero interpretaban las Escrituras de segunda o
tercera mano, citando siempre la “tradición de los Ancianos”, de la cual hemos
de decir más al comentar el capítulo 7. En cambio, el Señor sacaba el verdadero
sentido espiritual de las Escrituras, sin alegar más autoridad que la suya
propia. De ahí el asombro de las gentes, pues “les enseñaba como quien tiene
autoridad, y no como los escribas”.
Autoridad frente a los demonios (1:23-28) Es significativo que Marcos
escogiera el milagro de la liberación del endemoniado para encabezar con él la
lista de las obras de poder del Señor, pues el Siervo actúa primeramente frente
al enemigo que ha esclavizado la raza por inducirla a pecar. Juan nos dice que
Cristo vino “para deshacer las obras del diablo”, y aquí Marcos nos da un claro
ejemplo de ello. No podemos admitir que se trate en estos casos de la locura o
de la epilepsia, pues el mismo Señor se dirigía siempre a la maligna
personalidad que se apoderaba del pobre ser humano, rehusando su testimonio por
ser de origen impuro, y lanzándolo fuera con su potente palabra. Todos los
pecadores se dejan llevar por las sugerencias de las potencias del mal, pero en
estos casos especialmente los demonios se apoderaban enteramente de la voluntad
de la víctima. Todos los milagros ilustran algún aspecto del poder y de la
autoridad del Siervo de Dios: autoridad frente a la enfermedad, frente a las
potencias de la naturaleza, ante la muerte, y aquí opera por encima de toda
fuerza diabólica. Por los relatos de los Evangelistas reconocemos a Jesús como
SEÑOR en todas las esferas, tanto materiales como espirituales. Había
“autoridad” tanto en la enseñanza como en el milagro, y la obra de poder servía
para acreditar la verdad de las enseñanzas.
Poder en la esfera doméstica (1:29-31). Tras la lucha en público con el
demonio viene la tranquila obra de sanidad en el ambiente doméstico. Parece ser
que por entonces el Señor posaba en la casa de Pedro, y, al volver al hogar, halló
que la suegra de su discípulo estaba en cama con una fiebre. La historia de la
curación se resume en dos cortos versículos, pero, con todo, está llena de
enseñanzas. 1) La fiebre habla de la intranquilidad y del desasosiego que el
pecado ha ocasionado en el ser humano. Cristo es el gran Restaurador, y al
dejarnos en sus manos, nos devuelve la paz que debe reinar en el corazón del
hombre que conoce a su Dios .2) “Le hablaron de ella”. ¡Qué bien hicieron al
poner el caso delante del Maestro! Él lo
sabía ya, y todo el rico caudal de su potencia estaba a la disposición de esos
amigos en su pena y tribulación, pero, al acercarse a él, hicieron posible que
él actuara, y que fluyera la benéfica corriente de su virtud sanadora. 3)
Después de acercarse ellos al Salvador, éste se acercó a la enferma y,
tomándola de la mano, la levantó. Como veremos, los métodos que utilizaba el
Señor en sus sanidades variaban de una mujer fiel y creyente, es muy hermoso,
pues tantas veces nos ha parecido “sentir su mano” trabarse de la nuestra en la
tribulación, y el bendito contacto nos ha dado paz. 4) “La dejó la fiebre, y
les servía”. No podemos servir al Señor con eficacia si estamos llenos de
agitación febril, pero cuando él nos trae la tranquilidad y la paz, podemos
ponernos a su disposición. Somos salvos para servir, y si hay alguno que se
dice ser creyente y no sirve, hemos de dudar si de verdad haya sentido la mano
sanadora del Maestro (1Ts.1:9-10) Muchas veces ha notado que teniendo Pedro
suegra, por fuerza tenía esposa también, y 1Corintios 9:5 parece indicar que,
muchos años después, vivía aún la esposa quien le acompañaba en sus viajes de
modo que el “celibato del clero” no pudo tener su origen en el ejemplo de este
Apóstol.
Manifestaciones de poder sin límites (1:32-34). Más tarde, cuando la puesta del
sol había terminado las restricciones del sábado de los judíos, muchos llevaban
a Jesús “todos los que tenían mal”, incluso los endemoniados. No se nota ningún
fracaso, pues hubo poder abundante para sanar a todo aquel que se acercaba al
Señor, sin que importara la gravedad de la enfermedad, pues no hubo límite al
poder salvador del Príncipe de gloria. Esta obra universal y gratuita ilustra
los grandes principios del Reino de Dios, por medio de os cuales tanto la
gracia como el poder de Dios operan eficazmente para la salvación de todo aquel
que cree.
De paso podemos notar que estas condiciones de universalidad
y de éxito completo en todos los casos, no se dan en las llamadas “campañas de
sanidades” de nuestro tiempo. No negamos que algunos enfermos hayan recibido
beneficio por medio de tales campañas, pero se trata del efecto psicológico del
llamamiento a la fe en el caso de enfermedades “funcionales”, o sea, de origen
nervioso. No excluimos, desde luego, la posibilidad de que Dios obre un milagro
de sanidad en cualquier persona de fe cuando es su voluntad y cuando tal
curación sea medio de adelantar su Reino. Obviamente hay oros casos cuando la
misma enfermedad es medio de bendición, y cuando la muerte es victoria.
La vida de oración del Señor (1:35-37) Estos preciosos versículos nos
admiten a la intimidad de la vida de oración del Maestro y nos hacen ver cómo
solía librarse del bullicio de las multitudes madrugando mucho para salir a
lugares solitarios y poder así disfrutar de la comunión con su Padre que tanto
anhelaba. En cierto sentido la comunión no sufría interrupción durante su
ministerio terrenal, pero su humanidad era real, y, como nosotros, necesitaba
tranquilidad de espíritu para que la comunión se realizara plenamente. Como
Hijo siempre estaba “en el seno del Padre”, pero como Siervo despertaba su oído
cada mañana para oír como quienes aprenden, según el precioso cuadro profético
de Isaías 50:4-8. Si tan necesaria era la oración para el mismo Maestro en el
cumplimiento de su misión. ¡Cuánto más para nosotros, en quienes el oído
interno está entorpecido por el pecado! Oremos sin cesar y busquemos los
períodos especiales de quietud durante los cuales de verdad podamos comunicar
con el Padre.
La palabra de poder se oye en toda Galilea (1:38-39) Pedro y sus compañeros, con buenas
intenciones, pero con poco acierto, interrumpieron el sublime coloquio en el
Santuario, como si la curiosidad de los hombres valiese más que las
comunicaciones del Cielo; pero el Señor no muestra contrariedad frente a su
inoportuna insistencia. Antes bien, la curiosidad de los habitantes de Capernaum
sirve de base para recalcar la necesidad de hacer oír más ampliamente el
mensaje. Como mensajero divino había de ir a los demás lugares, siendo el
Precursor de todos los evangelistas que le habían de seguir. “Para esto he
venido”, declara, y recordamos que Pablo, muchos años después, cuando el Señor
ya se hallaba a la Diestra de Dios habiendo completado su Obra de Redención,
informó a los efesios que el mensaje que habían recibido por medio de los
siervos del Señor, era de tal forma el del mismo Señor que era como si él mismo
lo hubiese declarado a ellos: “y (Cristo) vino y anunció la paz a vosotros que
estabais lejos”.
El estudiante debiera consultar los mapas de un atlas
bíblico, o aquellos que se hallan al final de muchas Biblias, para poder
apreciar la posición geográfica y la extensión de la provincia norteña de
Galilea, que juntamente con Perea fue gobernada a la sazón por Herodes Antipas,
hijo del llamado “Herodes el Grande”. La frase “por toda Galilea” indica que
Jesús y sus discípulos visitaban todos los pueblos y aldeas sistemáticamente y
ordenadamente, predicando el Evangelio del Reino en las sinagogas y haciendo
los milagros que ilustran tanto su amor como su poder.
La palabra de poder oída por el leproso (1:40-45) Hemos de entender que la curación
de este leproso se detalla aquí como un ejemplo secreto de las muchas obras del
poder que el Señor realizaba durante su campaña en Galilea. Por ser tan
conocido el milagro, hay peligro de que pasemos por alto preciosos detalles de
gran valor espiritual. Supongamos que el estudiante haya meditado de nuevo cada
frase de la breve narración y pasamos a la mención de puntos que son como las
brillantes facetas de un diamante de muchos quilates.
El leproso antes de su curación. 1) Su condición como leproso se ha
recalcado muchas veces, pues la insidiosa y repugnante enfermedad, lenta,
incurable, que conducía por etapas inaplazables a la muerte, ha servido siempre
de ilustración del mal del pecado. 2) Su posición correspondía a su condición,
pues, para evitar el contagio, fue condenado a llevar su triste existencia
fuera de la sociedad, compañero de los muertos y de los endemoniados en las tumbas
practicadas en las laderas de los montes.
El leproso delante del Señor. 1) Su atrevido acercamiento al
Señor, en contra de la Ley y a pesar de la segura oposición y repugnancia de
las gentes, indica que había oído o visto bastante del poder del Salvador para
despertar en él una viva fe, y es ejemplo de la gran declaración de Pablo: “La
fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios”. 2) Al exclamar a los
pies de Cristo: “Si quieres, puedes limpiarme”, no hemos de entender una falta
de fe, sino la evidencia de una gran humildad. Es como si dijera: “Señor, yo sé
que tu poder basta y sobra para mi caso, pero ¿por qué has de compadecerte de
un pobre ser como yo?”. Es decir, había tenido una visión maravillosa del poder
del Señor, pero aún no le había sido revelado su amor y misericordia. Esto
explica la extraña acción del Señor que notamos a continuación.
EL Señor delante del leproso. 1) El Salvador no se aleja ni se
inmuta al ver al hombre, “lleno de lepra” según Lucas, postrado a sus pies,
pues había venido para “buscar y salvar lo que se había perdido”. 2) Una
palabra suya habría bastado para consumar el milagro, como en el caso de los
diez leprosos que sanó a distancia, pero, en este caso, “extendió la mano y le
tocó”. Fue algo verdaderamente insólito que alguien tocara a un leproso, pues,
legalmente, se hallaba después en la misma condición del inmundo. Claro está,
en este caso la inmundicia del leproso no pudo pasar al Señor, sino que su
virtud sanadora ahuyentó toda inmundicia del leproso, pero queda el
interrogante: ¿Por qué lo hizo el Señor? Recuérdese que el hombre tenía una
cumplida visión del poder del Señor al acercarse a él, pero le faltaba aprender
su amor. El contacto con la mano del divino Maestro, el primer contacto con un
ser normal por muchos años, fue la evidencia concreta de que en Cristo hubo no
sólo el poder sino el querer; de que no sólo era Salvador potente, sino Amigo
amante. 3) “Y fue limpio”, la temible enfermedad, una verdadera muerte en vida,
cedió ante el Príncipe de Viva. Naamán el gentil había sido librado del mismo
azote siglos hacía, y María, hermana de Moisés, castigada por su pecado con
igual plaga, fue salvada por la intercesión del hombre de Dios, pero aparte
estos casos, no se sabe de otra sanidad alguna. No hay límites ni a su poder ni
a su amor.
El leproso delante del sacerdote. El Maestro mandó al hombre curado
que fuera al sacerdote en Jerusalén para cumplir el ritual ordenado para el
caso en Levítico, cap. 14. El acto es significativo por las razones siguientes:
1) el Señor respetaba la Ley en todas
sus partes hasta que fue cumplida por el sacrificio de sí mismo en la Cruz, que
puso fin a sus típicas funciones. 2) La presencia del leproso fue “testimonio”
al endurecido y orgulloso sacerdocio en Jerusalén, ya que, como hemos dicho,
fue caso único en Israel que un leproso curado se presentara pidiendo que se
cumpliera en su caso el ritual de Lev,14. ¡Quizás el sacerdote tendría que
repasar el pasaje para saber qué hacer! ¿No debieran haberse preguntado después?
¿No será éste el Mesías, ya que tanta virtud se manifiesta en él? Por desgracia, el “testimonio” fue rechazado
a pesar de que el encargado de cumplir el ritual no podía hallar en el ex
leproso la menor señal de la plaga que antes había sufrido.3) Vemos aquí una
preciosa ilustración de la gran verdad que Pablo subraya en 2 Cor.5:21: “Al que
no conoció pecado, (Dios) le hizo pecado por nosotros, a fin de que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios en él”. Legalmente, la impureza del leproso
pasó al Salvador. Él fue hecho pecado por nosotros en la Cruz por tomar sobre
sí nuestra iniquidad, pero por el mismo hecho, cuando acudimos a él por la fe,
su perfecta justicia nos revistió a nosotros.
Hemos de suponer que el Señor prohibió que los sanados
hablasen de la obra efectuada en ellos durante esta primera etapa de su
ministerio para evitar conglomeraciones de gente curiosa, que podrían impedir
el desarrollo normal de su misión. En distintas circunstancias oros sanados
tenían que contar cuán grandes cosas Cristo había hecho con ellos.
Preguntas
1. La congregación
que se hallaba en la sinagoga de Capernaum se extrañaba de dos cosas que notaba
en el Señor. ¿Cuáles eran? Comente sobre su significado.
2. ¿Admitía el Señor el testimonio de los demonios a su
Persona o no? Cítese otro caso análogo.
3. ¿Por qué llevaban a los enfermos de Capernaum al Señor
después de ponerse el sol?
4. Búsquese otro
caso, en cualquiera de los Evangelios, en que Jesús se apartaba para orar. Escríbase
todo el versículo.
5. Comente sobre la
exclamación del leproso: “Si quieres, puedes limpiarme” ¿Le parece que indica
falta de fe de parte del suplicante?
E-mail jbmoredaaller@outlook.com.
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