LA IGLESIA UNIVERSAL

Ernesto TRENCHARD

(Prof. y escritor de variedad de libros)

APUNTES DOCTRINALES

“Edificación Cristiana”. 1971

DEFINICIÓN

No es fácil escribir notas sobre este tema por dos razones: la primera es que se ha tratado mucho en nuestros círculos y todo lo que podemos decir sonará a demasiado conocido; la segunda razón es muy diferente, ya que la “cristiandad “, en general, ha tomado tantas libertades con el término “Iglesia”, que, para la mayoría, ha perdido su sentido novotestamentario. De todas formas, esta segunda razón justifica estas notas, pues subraya la necesidad de formular una definición que concuerde con las enseñanzas de Cristo y de sus Apóstoles en el Nuevo Testamento. Dejando referencias bíblicas para otros párrafos diremos en seguida que el claro sentido de las enseñanzas novotestamentarias sobre la Iglesia Universal indican que equivale al conjunto de todos los creyentes – personas regeneradas por el Espíritu de Dios – desde el día de Pentecostés hasta la Parousia, cuando Cristo recogerá a sí mismo su familia espiritual de esta dispensación. Sólo Dios puede contemplara en su totalidad, y por eso se hace la distinción apostólica entre la “Iglesia Universal” y la “Iglesia local”, siendo ésta el reflejo de aquélla en cualquier lugar geográfico, y por lo tanto visible a los hombres. La palabra “Iglesia” (gr. ekklesia) significa una asamblea convocada con un propósito determinado. Fue adoptado por el Señor mismo para designar a aquellos que habían de aceptar el Evangelio, saliendo del mundo a los efectos de la adoración de Dios y del testimonio ante el mundo, al cual no pertenece ya como sistema que Satanás organiza dentro de la humanidad caída (Juan 17:5-11 con 14-18). Una vez establecido el hecho de su misión mesiánica, Cristo predijo: “Sobre esta Roca edificaré mi Iglesia” (Mateo 16:16-18). Notemos el tiempo futuro – la Iglesia – del pueblo de Israel, que tenía la obligación de mantener el testimonio en el mundo a través de la antigua dispensación.

EL PUEBLO DE ISRAEL Y LA IGLESIA

Esteban aplicó el término “iglesia” a Israel en el Desierto (“congregación” o “asamblea” en nuestras versiones, Hech.7:38), ya que había sido “llamado fuera” de Egipto para formarse en santa congregación en el Desierto, pero este solo caco no justifica una confusión entre Israel  como pueblo de Dios en el mundo, cuyo testimonio se relacionaba estrechamente con una “tierra de promisión”, y el pueblo espiritual de Dios en esta dispensación cuya “base” se halla “en los lugares celestiales en Cristo Jesús” (Efesios2:6) Es Pablo, “maestro a los gentiles”, quien enseña la naturaleza de la Iglesia universal y su reflejo en la Iglesia local. Pedro nos da una preciosa descripción de la Iglesia en 1 Pedro 2:4-12, sin emplear el término, y utilizando figuras sacadas de la historia de Israel, pero eso no estable identidad con Israel, y las enseñanzas concuerdan exactamente con las de Pablo. Hace una clara distinción entre los “dos pueblos” en el versículo 10: “Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, mas ahora sois Pueblo de Dios: que no habías alcanzado misericordia”, Pablo declara, en Efesios 3:4-7, que el hecho de que los gentiles habían de ser coherederos con los convertidos de los judíos, constituyendo un solo “cuerpo”, no fue revelado en generaciones anteriores. Romanos 11:25-32, subraya que Israel tendrá una misión que cumplir, como pueblo ya redimido, después de recogerse “la plenitud de los gentiles”. Caemos en penosas confusiones si no distinguimos entre la misión de Israel y la de la Iglesia Universal, bien que hemos de evitar extremos de dispensacionalismo, reconociendo que la obra de gracia, determinada antes de los tiempos de los siglos (2 Timoteo 1:9 y 10) y consumada en Cristo, es única en todas las dispensaciones, también es constante la respuesta de arrepentimiento y de fe del hombre que se salva en todo lugar y tiempo. Pero la “unidad de la gracia” no impide las distintas “administraciones divinas” a través de todo el plan de la redención.

“IGLESIAS” NACIONALES Y DENOMINACIONALES

Bíblicamente, no se halla nada que corresponda a la “Iglesia Anglicana”, la “Iglesia Luterana”, la “Iglesia Metodista”, etc. Estos términos han nacido de la historia eclesiástica, e implican el uso equivocado del término “iglesia”. Una iglesia nacional significa el conjunto de iglesias locales de cierto tipo que se han identificado con el Estado. Iglesias denominacionales son grupos de iglesias locales que se han acodado aceptar ciertas doctrinas y prácticas en común, dentro de una disciplina apropiada a sus creencias. No son “iglesias”, sino “denominaciones”. La “Iglesia católica” – “católico” equivale a “universal” – pretende una universalidad absoluta basada sobre su continuidad histórica que brota – según sus teólogos – de la Encarnación. “Hermanos separados” se incluyen en esta universalidad, aunque no lo reconozcan, y se extiende, en cierto modo, hasta las religiones no cristianas. En el Nuevo Testamento, sin embargo, no vemos que la Iglesia sea una institución jerarquizada, sino un conjunto vital de verdaderos creyentes, cuyo sentido se expresa mediante las figuras siguientes

LA IGLESIA ES UN CUERPO

La figura más comprensiva y repetida en relación con la naturaleza y la función de la Iglesia es la de “cuerpo” (cuerpo humano), ya que es una unidad vital compuesta de muchos miembros, todos necesarios para el buen funcionamiento del conjunto. La misma figura, como es natural, puede emplearse si el escritor inspirado está pensando en la Iglesia local. Este Cuerpo tiene a Cristo por sola Cabeza, y es tan importante en relación con El, que se llama “la Plenitud de Aquel que llena todo en todos” (Ef.1:22 y 23). El Cuerpo puede crecer hasta el pleno conocimiento del Hijo de Dios, llegando a ser el “hombre completo” gracias al ministerio que el Señor de la Iglesia ha provisto (Ef.4:11-16). Es muy conocido que Pablo tiene delante la “Iglesia Universal” en la Epístola a los Efesios, mientras que trata más de la iglesia local en 1 corintios, bien que, naturalmente, hay áreas de coincidencia entre estas “iglesias” (véase 1Cor.12; Rom.12:4-8)

LA IGLESIA COMO EDIFICIO Y TEMPLO

El “edificio” ilustra el proceso histórico, ya que el fundamento se forma “de los apóstoles y profetas, siendo la Piedra Angular Cristo Jesús” (Efesios 2:20). Es decir, el mensaje vital, con las enseñanzas inspiradas que iniciaron el desarrollo de la Iglesia, surgieron del Señor Mismo, siendo anunciadas también por sus Apóstoles y por el ministerio de los Profetas del Nuevo Testamento. Luego, “vosotros también sois juntamente edificados” (Ef. 2:19-22) hasta que se coloque la última piedra y vuelva el Señor a recoger toda la Iglesia a su presencia. El edificio de la Iglesia es “Templo santo en el Señor” (Ef. 1:21 y 22), por el hecho de que Dios mora en ella por su Santo Espíritu en la tierra mientras dure esta dispensación.

LA IGLESIA COMO ESPOSA

En Efesios 5:22-23, Pablo escribe sobre las relaciones mutuas entre esposos, escogiendo como sublime ejemplo a Cristo y su “Esposa”, la Iglesia. Así, tenemos otra figura que completa de una manera muy hermosa a las otras. El Cuerpo nos enseña la unidad vital de la Iglesia bajo el control de su “Cabeza”, que es Cristo, como también la interdependencia de todos los miembros (1Cor.12:12-27); sin embargo, pese a su perfección y sentido profundo, la figura del “Cuerpo” no puede ilustrar el amor que existe entre el Señor y la Iglesia, que se refleja también en sus relaciones con todos los salvos. Por eso es precisa la figura de la “esposa”, sujeta a su marido, pero amada por El, ya que se dio a Sí mismo por ella, purificándola y perfeccionándola.

OTRAS FIGUARAS

El rebaño recogido por el Buen Pastor, quien lo alimenta y lo protege (Juan 10:14-18), llegando hasta dar su vida por sus ovejas. La vida y los pápanos (Juan 15:1.8). Esta figura enseña que la Iglesia ha de llevar fruto para la gloria de Dios y la bendición de los hermanos. “Yo soy la Vid verdadera”, dice Cristo, y los pámpanos levan fruto en la medida en que mantienen comunión con su Señor. “Miembros de la familia de Dios” (Ef.2:17-19). La familia se contrasta en este pasaje con la lejanía de los “extranjeros”. Ya hay acceso al Padre por medio del Hijo y del Espíritu Santo, y el creyente llega a su “hogar”, disfrutando de la comunión de sus “hermanos”. La ciudad santa. En Apocalipsis 21, se nos presenta la forma última de la Iglesia – podría ser, en este caso, el conjunto de todos los fieles – expresando la “ciudad” la perfecta “sociedad” que Dios ha creado, en contraste con las sociedades tan deficientes de los hombres. ¡Hermosa meta tenemos delante! Buscamos, como Abraham, “la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Heb.11:10)

 

 

 

 

 

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